Hay estaciones que parecen inventadas para el alma.
Para mí, eso es el otoño.
No por lo triste, sino por lo honesto.
El otoño no finge, no decora.
Se deja caer sin miedo al suelo.
Y en esa entrega, en esa desnudez,
yo también me reconozco.
Me gusta caminar sola entre las hojas secas,
con un café en la mano,
el corazón desordenado,
y la libertad intacta.
Amo elegir mis pasos,
poner pausa sin dar explicaciones,
quedarme leyendo un poema por horas
o perderme escribiendo algo que nadie más entendería…
pero yo sí.
Hay días en que solo soy Olivia
La de sueños gigantes,
Esa que respira profundo, que le habla al viento,
que sonríe cuando un libro nuevo huele a promesa.
Y sí, puede que me veas en un café,
sentada en la esquina, con mirada perdida
pero no me interrumpas, ese instantes es sagrado.
Porque no necesito primavera para florecer.
Solo libertad, café y una buena historia para escribir.
Y si no la encuentro… la invento.

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