Hay Noches… Y noches

Hay noches que parecen más largas y más sombrías de lo normal.

Siempre me dicen: «debes dormir temprano», entonces anoche me acosté dispuesta a dormirme enseguida, pero fracasé rotundamente en mi intento.
Tenía la cabeza llena de «ruidos» referentes al pasado inamovible, al futuro inexistente, a previsiones imposibles, a esperanzas vanas y desesperanzas igual de vanas… Todo lo que sé que es inútil alimentar de día, de noche me molesta.

Después de dar varios cientos de vueltas por encima de mi cama decidí salir de esa trampa antisueños y hacerme una infusión caliente.
Caminé hasta la cocina, busqué el té llamado «duérmete» una infusión para ayudar a conciliar más rápido el sueño.
Era ya muy tarde, o quizá demasiado temprano, pero tomaba mi infusión dispuesta firmemente a terminarla y dormirme enseguida.
Me puse ante la ventana de la sala con la taza en la mano a ver caer la lluvia lenta y persistente en la calle vacía. Era tan tenue esa lluvia, que sólo podía verla mirándola pasar ante las luces del alumbrado público y caer en los charquitos de la acera formando burbujas.

Estaba en esa contemplación más o menos narcotizante cuando de pronto el escenario se animó:
Una pareja que debería aprovechar el crudo frío y abrazarse, peleaban; el espectáculo se desarrollaba en silencio absoluto: unas escenas que debían ser quizás de puro estruendo, eran perfectamente silenciosas.
Yo escuchaba el rumor suave de la lluvia en la calle, pero no los ruidos o gritos que debían estarse produciendo inevitablemente en la acera de enfrente.
Pensé que me habría quedado sorda; de repente por los sonidos fuertes de los truenos, ¿o el miedo a los truenos me dejó sorda?. Prendí la televisión para comprobar o refutar mi tesis: escuchaba claramente las voces de la televisión, pero nada de lo que ocurría en la calle.

La joven buscó refugiarse de la lluvia bajo el árbol frondoso abrazándose a sí misma mientras el varón caminaba de un lado para el otro, parecía reclamar algo mientras tiraba un objeto al suelo. Todo estaba en silencio, todo, menos el susurro del agua cayendo leve tras la ventana y la tele que sonaba en la sala.
Quedé mirando por un momento la escena detenidamente; situación compleja, lamentable…

Volví a mi habitación, me acompaña mi mascota.
No para de llover…

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